Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.
Jeremías 18:3-6 (RVR 1960)
En este pasaje el Señor se compara con un alfarero y a nosotros como el barro que utiliza para formar una hermosa vasija. Enseña que a veces el barro es imperfecto y se puede “echar a perder en su mano”; significa que siendo cristianos podemos actuar mal y destruir la obra que Dios quiere realizar, pero finaliza con unas hermosas palabras: “volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor” ¡Él puede cambiarnos!
Cuando aceptamos a Cristo en el corazón decidimos ser personas diferentes; es decir, renunciar a nuestro “yo” para que el Señor pueda moldearnos y cambiar nuestras vidas, esforzarnos por parecernos a Jesús y ser mejores cada día.
Pero, a veces, tenemos muchos años de ser “cristianos” y continuamos siendo los mismos de siempre, con un carácter irritable, lastimando a los que nos rodean y murmurando, entre otras cosas.
La pregunta es: ¿de qué sirve que vayamos a la iglesia si no nos dejamos moldear por las manos de Dios? Tal vez necesitas decirle con sinceridad estas palabras: “Hazme de nuevo”.
A pesar de nuestros errores, el Señor desea cambiarnos para que seamos mejores, un mejor hijo, padre, madre, esposo, amigo y hermano. Pero antes debes tomar la decisión de renunciar a ti mismo para que Cristo pueda crecer en tu vida; por ejemplo, a veces tendrás que dejar tu orgullo y pedir perdón, o callarte por buscar la paz como nos enseña en su Palabra.
Si has lastimado a alguien con tus actitudes o reconoces que tienes un carácter difícil, te animo a realizar esta oración: Señor amado, gracias por tu misericordia para mi vida. En esta oportunidad comprendí que no te he dejado obrar en mí, me arrepiento por ser “yo” quién gobierna todo el tiempo y te pido perdón. Ahora tomo la decisión de cambiar, hazme de nuevo.