Este no es un saludo navideño, pero si está relacionado con la navidad o mejor dicho con el nacimiento del Eterno, por lo cual me surge la siguiente pregunta, ¿cómo puede nacer alguien que siempre ha existido? La palabra navidad significa natividad o nacimiento y tiene directa relación con la maldad del hombre, pues ella nos recuerda de que nada estaba bien por lo que se requirió de un Salvador para rescatar lo que se había perdido, de hecho, eso fue el anuncio angelical: “os ha nacido un Salvador” / Lc 2:10-11
Un Salvador que nos ayuda y salva aún de esos pensamientos que batallan contra nosotros, pero como hemos decidido voluntariamente vivir para nosotros y no para Dios como debiera ser, por lo tanto nuestra suerte estaba echada y nos urgía ese Salvador. Prueba de ello es el reciente texto constitucional rechazado por la mayoría ciudadana que no cumple con la voluntad deseada
Chile es el único país en el mundo que en el lapso de un año 4/12/2022 al 17/12/2023 rechazó lo que no satisfacía sus demandas ciudadanas. Algunas de ellas postergadas por mucho tiempo como salud, educación, pensiones y otros ítems que han servido como el pliego de peticiones del pueblo que vive para sí mismo y el combustible que vuelve en cenizas lo construido. Volvemos a decir que nada está bien en la sociedad del pasado como en la del presente, una sociedad compuesta de hombres que son como un reloj que no da la hora
¿De qué sirve lo descompuesto, aquello que se ha echado a perder? ¿Cómo corregir ese mal sin antes asumir lo perdido que estábamos? Después de todo el mal, el pecado del hombre no se corrige con regalos que nosotros pudiéramos dar sino con el regalo que recibimos de parte de Dios en su Hijo envuelto en un velo de carne. Todos los regalos vienen envueltos en llamativos y decorativos envoltorios más nuestro Cristo y Salvador estaba envuelto en un velo de carne, el verbo de vida se hizo carne. Nos ha nacido un Salvador, se nos ha concedido un regalo
A propósito, me recuerdo del encuentro del Maestro y la Samaritana en el pozo de Jacob, allí Cristo le dice a la mujer si conocieras el don de Dios… / Jn 4:10, don significa regalo. Esa es la pregunta que me hago en este momento, ¿conocemos ese don de Dios o estamos en la misma condición de aquella mujer? sin esperanza alguna, deprimidos batallados y apesadumbrados en nuestros pensamientos
Dicho esto podemos decir que el más grande pecado que se pueda tener no es el adulterio, el homicidio y tantos otros males que podríamos agregar en una lista qué no acabaría, porque el más grande de los pecados del hombre es vivir voluntariamente para sí y no para Dios que lo creó. Nuestras vidas son miserables y egoístas por no cumplir el propósito del porque respiramos cada día y esto es: vivir para la gloria de Dios recordemos lo que está escrito: por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios / Rom 3:23
El hombre ha decidido vivir para su propia gloria y deseos, viviendo al margen de la gloria de Dios. Dios nos ha concedido dones, pero nosotros usamos esos dones para nuestros deseos: nos dio una mente para pensar, un corazón para sentir, una voluntad para decidir, un cuerpo para servir, una boca para hablar, pero el hombre ha corrompido esos dones y capacidades usándolos para sí mismo, por ende, el hombre se había perdido y es aquí donde llegamos al principio de este saludo. Porque fue precisamente el anuncio del nacimiento de un Salvador que vino para rescatar y redimir lo que se había perdido, Cristo vino a reconciliar al hombre para con Dios y ha restaurar nuestras personalidades dañadas y heridas por el pecado para que pudiésemos cumplir con el propósito por el cual habíamos sido creados
Celebramos la natividad de un niño que nació para morir por nuestros pecados, no nos quedemos con el pesebre en la aldea de Belén sino con el Gólgota a las afueras de Jerusalén. El pesebre no es un fin en sí mismo, sino que fue el medio para que el verbo de vida se hiciera hombre y así morir por nuestros pecados, por lo que vuelvo a preguntar, ¿cómo puede nacer quien ya existía? o ¿cómo puede morir el inmortal? Lo cierto es que él se hizo carne
El mayor regalo de navidad que alguien pueda recibir es la obra de salvación que realizó Cristo, el Salvador. Es un regalo que no merecíamos y que se nos dio gratis no porque fuera barato o sin precio este regalo sino porque nadie lo podría pagar, por eso se nos dio como un regalo / 2da Cor 5:21
En algún momento alguien dijo: si nuestra mayor necesidad hubiera sido la información Dios hubiera enviado un perspicaz y avezado periodista, si nuestra mayor necesidad fuese la tecnología Dios nos hubiese concedido un ingenioso e innovador ingeniero, si nuestra mayor necesidad hubiese sido alcanzar sorprendentes logros científicos hubiésemos tenido a un connotado y laureado científico, si nuestra mayor necesidad fuese el dinero nos hubiera visitado un experto y hábil economista, si nuestra mayor necesidad hubiese sido la risa Dios nos habría dado un famoso y aclamado comediante para pasar un buen momento. Pero nuestra mayor necesidad era la salvación y perdón de pecados, por eso Dios nos dio un Salvador / Lc 2:8-11
Si bien, vivimos en un mundo lleno de necesidades debemos reconocer que muchas de ellas son un producto de los desórdenes y caprichosos del hombre, porque son necesidades que se han creado como producto de consumo y no son las que realmente se deben atender. El mercado tiene una variedad en ofertas para cubrir esas demandas pero que no necesariamente responde a las necesidades, por ejemplo: el mercado de la información está cubierto por los noticieros y las distintas plataformas comunicacionales, el mercado de la tecnología se encuentra saturado por sus distintos productos que atraen al consumidor, el mercado del dinero es una verdadera tela de araña que se teje en los bancos y financieras comerciales, el mercado de la risa saturado con un humor que abiertamente suele ser morboso y hasta blasfemo. ¿Cómo no necesitar de un Salvador en este mundo de placebos?
Pero que extraño y contradictorio resulta observar que el nacimiento de Jesús el Salvador o la muerte del resurrecto al tercer día que para la gran mayoría es solo una tradición, una costumbre que se mezcla con fetiches, supercherías, cuentos y leyendas que pierden el foco de aquello que debiéramos tener presente y claro. Al final del día, no se trata de celebrar una fecha la que está fuertemente cuestionada por su falta de veracidad y evidencias que registren la exactitud del evento, tal y como muchos celebran cumpleaños o conmemoraciones nacionales, sino de anunciar al mundo la obra redentora que se ha producido a través de Cristo
La navidad o natividad es la conmemoración del nacimiento de Jesús, aunque no hay una fecha precisa el hecho es que debe tener en el converso un sentido distinto al que el mundo le da porque en este evento nos permite gozarnos de manera especial por la salvación que nos ha llegado en Jesucristo y al mismo tiempo anunciar la humildad, alegría y liberación del pecado que proporciona la salvación
Cuando David miraba los cielos, la luna y las estrellas se preguntaba, ¿Qué es el hombre, para que de él tengas memoria, Y el hijo del hombre, ¿para qué lo visites? / Sal 8, ¿pero cómo fue su visita? Anunciando el nacimiento de un indefenso niño unos 700 años antes de que fuera parido para ser rey / Miq 5:2
El contexto histórico de este anuncio se produce en los días de Miqueas contemporáneo de Isaías en medio de la desolación y descomposición moral y espiritual en Israel, a lo que se agregaba la amenaza latente de ser invadidos por los asirios, dicho de otra manera, el pueblo tenía serios problemas dentro y fuera, se encontraba muy mal por la profunda corrupción interna y la amenaza militar inminente. Aunque también debiéramos decir de que la situación no había cambiado en aquel lapso de tiempo, es decir, entre el anuncio de su nacimiento y la manifestación humana del Salvador dado a que para aquel entonces la situación moral y espiritual del pueblo era igual o peor que los días proféticos
Sentemos como referencia el siguiente precedente político y social que nos describen los evangelios para cuando Jesús y Juan predicaba el evangelio del reino, porque allí se mencionan quienes se encontraban gobernando para aquel entonces donde en el orden jerárquico se encontraba en la cúspide el emperador Tiberio Cesar quien se caracteriza a por ser perverso y despiadado, y mientras corría el décimo quinto año de su reinado la perversidad y maldad de Tiberio se hacía notar por tener en su corte a niños de los que abusaba sin ninguna contemplación, eran sus pececillos como él los solía llamar. En el escalafón siguiente de mando como delegado del emperador se encontraba el gobernador Poncio Pilato quien practicaba de manera consciente y sistemática el terror, porque para él era la única manera de gobernar y así mantener controlada a la población, y si tenía que dar muerte o crucificar a algún inocente lo hacía sin ningún tipo de remordimiento de conciencia como lo hizo con Jesús. La lista de gobernantes continúa con Herodes tetrarca de Galilea quien con su crueldad y narcisismo había dado muerte a alguna de sus mujeres e hijos, el emperador Augusto Cesar decía de Herodes que era más seguro ser el cerdo de Herodes que el hijo de este cruel y sanguinario hombre, porque al cerdo no le daría muerte como buen judío no comía cerdo, pero a los hijos si los mataría
De modo que en la cima del gobierno del tiempo en que Jesús camino entre los hombres no se encontraba ninguna persona cargada de moralidad y conciencia. Por otra parte, en el plano religioso como una observación a considerar se encontraban Anás y Caifás como sumos sacerdotes, ahora bien, dicho este punto debemos recordar que solo un sumo sacerdote debía estar en el ejercicio y es en este tiempo que habían hecho del templo un lugar de transacciones comerciales o como lo dijera el propio Maestro: una cueva de ladrones
Esa fue la época en que Jesús comenzó a predicar el evangelio del reino, para nada distinto al tiempo en que el profeta Miqueas había anunciado su nacimiento unos 700 años antes. No se podía encontrar un poder político benévolo, mucho menos algún pacto o contrato social que garantizara derechos mínimos; no se hallaba ningún representante del pueblo integro con la conciencia limpia, no había gobernantes que fuera servidores públicos y el ámbito religioso se encontraba corrompido. Desde el poder político más elevado, pasando por todos los mandos intermedios hasta el poder espiritual a cargo de los sacerdotes que se suponía debían dar consuelo, paz y dirección a los que no se les hacía justicia, ¿cómo no necesitar un Salvador?
Pero qué paradoja fue el nacimiento de este Rey, el Salvador que no fue recibido en un palacio rodeado de pompa real no hubo servidumbre ni la decoración de finísimas y exclusivas telas todo lo contrario nació en una pequeña e insignificante aldea, ¿por qué Dios eligió un pequeño poblado como Belén para que el Mesías naciera? ¿por qué esta aldea la cual había sido pasada por alto muchas veces cuando fueron censados los poblados de Judá? El profeta la describe como pequeña para estar entre las familias de Judá; Cristo pudo haber nacido en Roma, capital del imperio o por lo menos en la ciudad de Jerusalén que era la ciudad más importante de Israel, pero Dios escogió una pequeña aldea y de esa aldea un establo para la encarnación de su hijo, ¿por qué? Dios siempre ha hecho las cosas de manera que sea su gloria exaltada y la soberbia humana humillada. Belén no era una ciudad imponente ni famosa por su poderío militar ni económico, ni por tener prestigio cultural, no poseía ninguna grandeza humana que la hiciera sobresalir, todo lo contrario, y es en este lugar donde se manifestó la grandeza, bondad y misericordia divina al derramar Dios su favor sobre personas que no merecen nada
Cuando nació el hijo del gran corso, el emperador Napoleón Bonaparte, este infante fue recibido con 21 cañonazos y el fuerte deseo de su padre que se convirtiera en su legítimo y digno sucesor, heredero del gran imperio que logró construir, empero, a Napoleón le nació un hijo tuberculoso truncando así las expectativas de verle coronado y sentado en el trono de su padre. Napoleón Francisco José Carlos Bonaparte más conocido como el aguilucho no tuvo reinado y nunca pudo volar como las águilas. Pero mi Cristo, Redentor y Salvador nació en un lugar ignorado por todos en un ambiente crispado por un infanticidio, el anunció profético de su nacimiento señalaba el lugar y tal palabra condujo a unos dignatarios eruditos en ciencia descritos como magos, venidos del oriente que preguntaban por el rey de los judíos que había nacido despertando así la paranoia de Herodes / Mat 2:1-12
No solo había nacido un Salvador sino también un Rey y su reino sempiterno, y su señorío de generación en generación. La manifestación del brazo de Jehová no fue imponente y fuerte entre los hombres sino débil, el inmortal se vestía de mortal. Era como ese Renuevo qué subía delante de él, como una débil raíz de tierra seca que no se abría paso por la vida porque él era la vida, no había parecer en él, ni hermosura, ningún atractivo para que fuera deseado. Como Rey no tuvo heredero, pero ¡verá linaje! ¡Gloria, aleluya! Vivirá por largos días, y la bienhechora voluntad de Dios será en su mano prosperada
Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho… así lo describe la palabra profética / Is 53 ¡Qué Salvador tenemos!
Si bien Jesús no nació en un palacio, esto fue a causa que él tomó nuestro lugar porque nosotros merecíamos muerte y no vida, merecíamos estar en el patíbulo para que se ejecutara la orden de sentencia, pero él tomó nuestro lugar porque antes de ser exaltado Cristo fue humillado. Esta es la palabra apostólica a la iglesia en Filipos, quien no sólo tomó forma de hombre, sino que se humilló hasta lo sumo haciéndose obediente hasta la muerte de cruz / Fil 2. Por lo tanto, regresemos a la profecía que anuncia a el lugar de su nacimiento y la naturaleza de su gobierno, dicho sea de paso, que aquel Mesías prometido venía en calidad de gobernante porque se dijo de él: *… de ti me saldrá el que será Señor en Israel. Tengamos presente de que él como rey no venía a gobernar en su propio nombre puesto que la profecía indica: de ti me saldrá y no de ti saldrá, es decir, el que nacerá en ti viene de parte de mí / Miq 5:2
Pero en medio de este nacimiento muchos se distrajeron y extraviaron, literalmente tropezaron en él perdiendo de vista el objetivo porque estaban esperando un portentoso guerrero un paladín invencible que derrotara a todos los enemigos de Israel y que implantara en la tierra de Palestina un gobierno universal. Pero Cristo vino a convertir a rebeldes, a que voluntariamente los corazones se sometieran a su gobierno; eso fue lo que Cristo dijo a Pilato: *Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado… Pilato desconcertado y confundido pregunta: ¿eres tú rey? Tú dices, que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad… / Jn 18:36-37
Si Jesús hubiese venido a implantar un reino terrenal como se llegó a pensar de él, habría reclutado soldados y hombres aguerridos, fanáticos religiosos y hasta políticos exacerbados por un ultra nacionalismo, pero no fue asi te llamo a ti y a mí; porque su victoria como rey no es forzar a sus enemigos desde fuera sino dándole convicciones desde dentro haciéndolos sus amigos con la verdad como su arma porque el hombre está lleno de mentiras, confusiones y engaños inmerso en tinieblas para llevarnos al reino de luz / Is 9:2
Finalizando por ahora, la profecía nos muestra la esencia de la persona del Mesías: *… y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. Este planteamiento pareciera algo contradictorio al anunciar su nacimiento y lugar, el nacimiento de todo ser humano marca el inicio de una nueva vida porque antes de que alguno de nosotros naciera no existíamos, solo comenzamos a existir cuando fuimos engendrados. La profecía dice que este gobernante habría de nacer como un infante en Belén, aunque en realidad era el Eterno, y así vuelvo a la pregunta del inicio, ¿cómo puede nacer quien ya existía?
Lo cierto es que Cristo se hizo Hijo del Hombre para que nosotros fuésemos Hijos de Dios